LA VIRGEN DE SITIOVIEJO
A medida que nos alejábamos del pueblo la cantidad de casas a lo largo del camino
disminuía y empezaban a verse los beneficiaderos de café y los almácigos con los
retoños de las plantas empacados en bolsas de plástico negro. Las herraduras de las
mulas azotaban las piedras del camino produciendo un sonido metálico, el sol se colaba
por entre las ramas de los guamos que hacían sombra a los cafetales llenando de
claroscuros el ambiente, cada cierta distancia nos salpicaban los manantiales de agua
cristalina que se desplomaban de la montaña en su loca carrera hacia el valle.
Avanzábamos en silencio, sumidos en nuestros pensamientos, dejando que las mulas
nos llevaran sin afanes, a un ritmo lento pero continuo por el serpenteante camino
empedrado. A lo lejos, desde algunas de las curvas del camino se veían las chimeneas
de los altos hornos donde se refinaba el mineral de oro que sacaban de las minas del
Zancudo, hacia muchos años que esos hornos se habían apagado y con ellos se fue
apagando también el pueblo que había surgido a su alrededor, quedando solamente la
iglesia de ladrillo, unas cuantas casas de tapia con ventanales de madera y árboles
frutales en los antejardines y una escuelita de paredes amarillas que bullía de actividad
infantil durante la semana. El verde que nos rodeaba era exuberante, las tonalidades
que se observaban en las laderas de las montañas del frente hacían pensar en colchas de
retazos que cubrían el suelo, los cafetales a la vera del camino de un verde oscuro con
los puntos rojos de los granos de café maduros, los pájaros y las mariposas de variados
colores y los troncos de los guamos de donde colgaba la hiedra y se nutrían orquídeas
florecidas rompían con la monotonía del paisaje inmediato. De las pocas casas que nos
encontrábamos salían niños a decirnos adiós con las manos y se quedaban
observándonos hasta que la próxima curva del camino nos hacia invisibles, éramos
sucesos que rompían la cotidianidad a la que estaban acostumbrados. Al llegar a
Sitioviejo el camino se ensanchó conformando la calle central del caserío, entre el
borde de la calle empedrada y las casas crecían sanjoaquines y carboneros llenos de
flores. La casa de doña Raquel, donde vivía el sacristán, tenia un sendero con
guardaparques morados a lado y lado y una puerta que estaba abierta de par en par
como invitándonos a entrar. Bajamos de las mulas y ante la puerta abierta gritamos
hacia el interior de la casa:
- Doña Raquel, buenos días...
- Buenos días tengan ustedes, en que les puedo servir?
- Estamos buscando a Desiderio, el sacristán.
- Ustedes son los que vienen a llevarse la imagen de la Virgen, bien puedan entren y
siéntense, que ya les voy a llamar a Desiderio. Luisa tráigameles una aguapanela con
naranja agria a los señores, mientras voy a buscar a Desiderio. Bien puedan siéntense
para que descansen, el camino no es largo pero es cansón.
Nos apoltronamos en las mecedoras del corredor y nos servimos varios vasos de agua
de panela fría con naranja agria a la espera de doña Raquel. Al poco rato llego con
Desiderio, se trataba de un hombre entrado en años, con la ropa humilde, remendada,
pero impecablemente limpia, con unos zapatos recién lustrados y un sombrero de
fieltro que tenía casi la misma edad del dueño. Tenía la mirada triste que da la soledad
de mucho tiempo, la timidez de la humildad y los movimientos nerviosos que da el
trato con desconocidos.
-Desiderio, buenos días. No se si recibió la carta del señor Cura donde le informaba que
vamos a llevarnos el cuadro de la virgen para la iglesia del pueblo. Hemos venido a ver
como lo empacamos y de una vez nos lo llevamos.
- Ello si señor, el día de ayer me llego la carta y decía que hiciera el favor de ayudarlos,
pero que conste, si no se la pueden llevar no es por falta de voluntad mía sino de Ella.
- Como así Desiderio, por falta de voluntad de quien.
- Pues de la Virgen. Otros párrocos se la han tratado de llevar y no han podido, la
Virgen no pasa de la casa de la difunta Doña Berta, una casa blanca con ventanas
azules, que queda a la salida, antes del puente.
- Por favor, explíquese Desiderio. Como que la Virgen no pasa de la casa de Doña
Berta?
-Si Señor, como lo oye, cuando alguien trata de llevarse a la Virgen, algo pasa que no
permite que se la lleven. Si quieren les cuento lo que ha pasado otras veces.
El convencimiento de Desiderio y la expresión de seguridad de que la Virgen no saldría
de Sitioviejo motivó mi curiosidad, le pedí que nos contara los sucesos mientras nos
apurábamos otro vaso de agua de panela fría con naranja agria.
-Si Señor, como le digo, la primera vez que trataron de sacar la Virgen de la iglesia
trajeron un carpintero de la ciudad para que desbaratara el altar de madera donde esta
montado el cuadro, el carpintero con mucha maña sin tallar la madera desbarató tornillo
a tornillo el altar y sacó la Virgen, después de envolverla en unas lonas la metió en una
caja y a las tablas de la tapa le puso unas cintas metálicas y clavos para que no le pasara
nada. Montaron la caja en una camilla de guadua entre dos mulas y salieron hacia el
pueblo. Justo cuando llegaron a la casa de Doña Berta las mulas se pararon y no hubo
poder humano que las moviera. Se quedaron paradas aguantando los zurriagazos de los
arrieros por mas de una hora, las pobres mulas ya tenían peladas las ancas de tanto
fuete que les habían dado y seguían sin moverse. Cambiaron las mulas y paso
exactamente lo mismo. Después de mucho batallar con las mulas los arrieros se
asustaron y le dijeron al párroco del pueblo que no llevaban el cuadro de la Virgen, que
era un milagro y que se veía que no quería salir de Sitioviejo, que las mulas nunca se
habían comportado así. El cuento se regó y ningún arriero se le quiso medir a la tarea.
Al señor cura se le quitó la ventolera de llevarse el cuadro y hay quedó. El carpintero
que desbarató el altar se fue y el cuadro tocó colgarlo de unos clavos sobre la pared del
altar de la iglesia. Después de varios años cambiaron el párroco y al nuevo también se
le antojó llevarse la Virgen. Como le contaron la historia del milagro de las mulas el
párroco se inventó una ceremonia para glorificar a la Virgen y una procesión desde la
iglesia de Sitioviejo hasta el pueblo con banda de música y pólvora, como si a la
Virgen la pudieran engañar. Pues esa vez fue peor. Después de la ceremonia montaron
la Virgen en una de esas tarimas con palos cruzados que usan en semana santa para
mover los santos, el cura arrancó de primero con varios monaguillos que llevaban el
incienso, el agua bendita, una matraca y un copón con hostias, después venía la Virgen
y detrás la banda de música y los que tiraban los voladores, después seguía un montón
de gente que venía del pueblo a acompañar a la Virgen hasta su nueva iglesia.
- ¿Vieron una quebradita que pasa debajo del puente de la entrada cuando llegaron a
Sitioviejo? - Se llama la quebrada de los murciélagos y ese día se reventó un tapón que
se había hecho con un derrumbe por los lados de La Candela y que la tenía represada,
la borrasca arrastró de ahí para abajo casas, pesebreras, cafetales, plataneras y justo
cuando la procesión iba a cruzar el puente llego la borrasca y se lo llevó. Los músicos
se quedaron callados y los polvoreros se quedaron con los voladores hechos. La gente
del pueblo que había bajado a Sitioviejo a llevarse la Virgen, se asustó tanto que se
arrodillaron a rezar un rosario, el cura no sabia que hacer, pues todo el mundo le echó
la culpa de la tragedia por tratar de llevarse la Virgen. Esa fue la última vez que
trataron de llevarse la Virgen, hasta ahora que vienen ustedes.
El relato del viejo me hizo sonreír. Quién sabe que sucesos extraños hicieron que las
mulas se quedaran quietas, pero con seguridad lo del puente fue pura casualidad. De
inmediato le propuse a Desiderio que fuéramos a la iglesia a ver el cuadro de la Virgen.
Se trataba de un cuadro de unos dos metros de altura por uno y medio de ancho, un
óleo sobre madera, puro arte quiteño pintado a finales del mil seiscientos. Se
conservaba en un estado excelente, como si los años no le hubieran pasado, estaba muy
poco craquelado y los colores mantenían mucha parte de su brillo original. El marco
era ancho con un delicado trabajo de repujado en plata. La imagen de la Virgen estaba
parada sobre nubes blancas y a su alrededor se veían grupos de querubines con cabello
rubio. La corona de la Virgen era dorada, sus vestidos rojos y tenia en la mano derecha
un rosario rematado en una cruz plateada. La cara de la Virgen tenía una expresión de
suprema ternura que tranquilizaba el alma. Poco a poco la iglesia se fue llenando con
la gente de Sitioviejo, llegaron las señoras con sus niños y los ancianos que habían
permanecido allí después de que se terminó el trabajo en las minas o en los altos
hornos. Todos tenían la tristeza reflejada en el rostro, poniendo en evidencia el amor
que sentían por la imagen y que muy pronto dejarían de tener cerca. El cuadro de la
Virgen era el elemento que mantenía de alguna manera unida a la gente de Sitioviejo.
Era evidente que la salida de la imagen marcaría inexorablemente el fin de la vereda.
No pude bajar el cuadro del altar, mire a mis compañeros de viaje y me dirigí a la gente
que llenaba la iglesia:
- Este cuadro es muy grande y no creo que salga por la puerta de la iglesia
- Pero si la puerta tiene como el doble del tamaño del cuadro, como no va a salir,
replicaron mis compañeros.
- Pues desde donde estoy parado la puerta se ve muy pequeña, no creo que
quepa.
La gente del pueblo comenzó a mirarse la una a la otra, no entendían que pasaba, de
pronto Desiderio se arrodilló y comenzó a rezar una Avemaría, los demás lo imitaron,
yo, mientras tanto, salí con mis compañeros, montamos las mulas y salimos para el
pueblo. La Virgen permanece en la iglesia de Sitioviejo, la pequeña iglesia se ha
convertido en un lugar de peregrinación tan importante que el municipio construyó una
carretera para facilitar la llegada de la gente, poco a poco la actividad ha regresado a la
vereda, la economía a crecido con la fabricación y venta de las reliquias de la Virgen,
los restaurantes y las tiendas tienen nueva clientela, la escuelita amarilla sigue llena de
niños en la semana y Desiderio cuenta una tercera historia, la del día en que los
Doctores vinieron a llevarse la Virgen y Ella hizo el milagro de poner la puerta de la
iglesia tan chiquita que no pudieron sacar el cuadro.
Juan Uribe 11/07/07
domingo, 12 de octubre de 2008
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3 comentarios:
En el texto nos demuestra las personas que no valoran la vida pagandole a la virgen robandosela nosotros los humanos cada vez empeoramos ,muy pocas personas mejoran pero saben porque mejoran porque no dependen de dios dependen de ellas dios tiene una frace dios alluda la guente con un toque porque si les alluda siempre tienen que depender de el.
A mi este texto me párese bueno por que se pude ver que toda la humanidad empeora cada vez mas, les doy como ejemplo el calentamiento global, eso no es por una sola persona eso es por mucha mas gente. Ese es el ejemplo que yo les doy es por que me párese que es el mas claro de todos por que hay se nota lo que somos las personas hoy en día.
EL TEXTO PARA MI TRATA DE UN MILAGRO QUE OCURRE EN UN PUEBLO LLAMADO SITIOVIEJO, DONDE HAY UN CUADRO DE UNA VIRGEN, QUE NO QUIERE QUE LA SAQUEN DE ESA IGLESIA Y DE ESE PUEBLO. OCURRIERON TRES EVENTOS PARA QUE LA POBLACION ENTENDIERA QUE LA VIRGEN NO QUIERE SER TRASLADA A OTRO SITIO. ESTA IGLESIA SE CONVIRTIO EN UN SITIO DE PEREGRINAJE, DONDE LA GENTE LA VISITA Y LE REZA.
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